NO TENGO MIEDO

Estoy harta. Estoy cansada del "calladita estás más guapa" o del "con ese carácter nadie te va a querer". Y yo me pregunto si  merece la pena cambiar tu forma de ser, tu forma de hablar, tu forma de pensar, tu personalidad, solamente para que otra persona, que no eres tú, que no es de tu familia, que ni siquiera forma parte de tus amigos, te quiera. La respuesta es muy sencilla. No, no merece la pena cambiar por nadie, porque quien de verdad te quiere te va a aceptar tal y como eres, con tus defectos y tus virtudes.
Y escribo todo esto, aquí, a vosotros, porque estoy harta de estar callada. Estoy cansada de tener que mantener la boca cerrada por las críticas, los comentarios, las burlas, las bromas, los cuchicheos. Y  es que no tengo miedo, quien se sienta ofendido, quien se de por aludido, o incluso quien esté de acuerdo con todo esto, que lo diga. Pero que lo diga alto y claro. Sea hombre o sea mujer. Pero que le eche valor, tanto para lo bueno como para lo malo.
Y os prometo que estoy muy cansada de escuchar criticar a una mujer por el número de chicos con los que se acuesta. Porque, cuándo vamos a entender que eso no es igual a no valorarse. Que no valorarse sería acostarse con una misma persona toda tu vida y que esa persona no te aporte nada bueno, que no te de calor o cariño cuando más lo necesitas, y que te apuñale por la espalda cuando menos te lo esperas. La dignidad no va acompañada por el número de chicos con los que te acuestas.
Estoy harta de que estas críticas vengan tanto de mujeres como de hombres, que se hagan bromas sobre ello, y estoy indignada por tener que verlo todos los días, por haberlo vivido en repetidas ocaciones. Y sí, yo he sido víctima del machismo y no tengo miedo de decirlo ni me avergüenzo de ello, porque lo que antes me parecía un fracaso ahora me parece el mayor aprendizaje de mi vida. Y, además, no soy yo la que se tiene que sentir avergonzada. Vergüenza deben sentir aquellos que me hicieron sentir inferior, que me hacían dudar, que me insultaban y me gritaban y, lo peor de todo, se ponían violentos hasta el punto del contacto físico.
Y no os voy a engañar, pensé en volver a todo eso, a mi "falsa felicidad", porque dejé que me hicieran creer que mi felicidad dependía de otra persona ajena a mí. Pero me di cuenta, a tiempo, que el amor de tu vida no son unos meses de relación, que el amor de tu vida es un hombre y no un niño, es alguien que afronta la vida con madurez y lucha a tu lado contra los problemas y no contra ti. Que no es quien se burla de tus tonterías, sino quien te escucha y te hace comprender, con paciencia y dedicación, que no todo es tan negro como lo ves ahora, que siempre hay una luz al final del túnel. Y sí, el amor de tu vida es aquella persona que completa tu felicidad, pero tienes que tener muy claro que esa felicidad nace de ti y solo de ti, que tienes que ser feliz con lo que ya eres.
Pero sí, sigo estando cansada porque sé que esto no va a cambiar nada. Que otras mujeres serán criticadas por su vida sexual, por su forma de vestir, por su libertad. Que seguirán haciendo bromas despectivas sobre estos temas, que otras mujeres se sentirán presionadas a mantener relaciones sexuales, que serán violadas, agredidas y acosadas. Que muchas de estas mujeres tendrán parejas que no las valoren, que las prometan el oro y el moro, y luego, cuando esas promesas se resbalen entre lágrimas, las harán creer que es culpa de ellas, que es su culpa que ÉL se ponga agresivo, que se emborrache, que te empuje, que te grite, que te insulte, que te eche de casa a las tantas de la madrugada.
Y sé que mucha gente que he conocido y que conozco sabrá perfectamente de lo que estoy hablando. Pero repito, no tengo miedo. Porque no estoy sola. No estamos solas. Juntas somos mucho más fuertes y nos queremos vivas, nos queremos enteras, nos queremos por todos aquellos que no supieron hacerlo.

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