BUENOS AMIGOS
Recuerdo que la cité en ese lugar, a las tantas de la madrugada, solo para fumarme un cigarro con ella, para pasar cinco minutos a su lado, para entender todo aquello que estoy seguro de que más de una vez me explicó mientras yo andaba detrás de otras faldas. Pero ahí estaba yo, fumándome el tercer cigarrillo en menos de media hora, ansioso por verla aparecer por esa esquina y deseando comérmela a a besos. -Hola - dijo alguien a mi espalda. Era ella. No pude evitar mirarla de arriba a abajo, con una sonrisa que mis amigos nunca hubiesen entendido, con el brillo en los ojos de un enamorado y con las manos temblorosas debido a las putas mariposas en el estómago. Era ella. Os aseguro que ponía mi mundo a sus pies con su presencia, que me entraban las dudas nada más verla y que el miedo se apoderaba de mí como el viento de la noche. -Hola - contesté sin poder decirla nada más. -¿Y bien? -¿Y bien? ¿Y bien qué, Elena? No sé que decirte. Podría empezar por un: "estás preciosa&q