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Mostrando entradas de 2017

NINGUNO COMO TÚ

He conocido a muchos hombres pero ninguno como tú, ninguno tan loco de remate y, a la vez, tan fascinante, capaz de convertir en magia un domingo por la tarde, tan lleno de vida como una estrella, tan caótico como el tiempo. Ninguno tan valiente como para quedarse a pesar de mi famoso "no sabes donde te metes", tan talentoso para convertir en música el sonido de los muelles de una cama (o un sofá), ninguno que huela tan bien a esa extraña mezcla de colonia y tabaco. Nunca he conocido a nadie que me haga sentir tan mujer y tan niña a la vez, que consiga sacarme miles de sonrisas cuando estoy enfurruñada, que le guste mi tono de voz de niña pequeña, que se cuele en mis pesadillas para convertirlas en sueños a base de besos. Por eso te elegí a ti, porque entre todos los hombres que he conocido eras el único con café en los ojos que desvela por las mañanas y una cama entre tus brazos que te atrapa en las noches y a la que poder llamar hogar, con un universo en los labios y una mi

LAS MALETAS ESTÁN LLENAS DE "POR SI ACASO"

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Te enseñan que las maletas están llenas de " por si acaso", como la vida de casualidades que algunos llaman destino. Que en los viajes importa la compañía y no el lugar, que puede ser un trayecto lleno de kilómetros o un paseo de cinco minutos lleno de besos. Aprendes de la vida y te das cuenta que son aquellos detalles los que marcan la diferencia, que perderte en los ojos de alguien no da tanto miedo y no querer encontrar la salida, que una sonrisa tan efímera puede ser todo un mundo y que, a veces, entrar en la vida de alguien puede ser toda una locura y aún así no arrepentirte nunca de ello.

POR TI Y POR MI, Y POR LOS DOS PRIMERO

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Hoy vengo a decirte lo que nunca nadie te ha dicho, lo que nunca nadie ha tenido el suficiente valor de hacer por ti. Y no es que no te lo merezcas. No. Es que nadie te ha merecido nunca como para quererte con los ojos cerrados y la luz encendida, como para besar todos tus miedos y convertirlos en sueños que no acaban nunca y mirar el cielo con una venda en los ojos y aún así sonreír porque a tu lado todo parece un infinito incierto, un continente que Cristobal Colón aún no ha descubierto. Y es que nadie te ha querido libre, nunca han disfrutado con tu vuelo, con el brillo de tus ojos cuando descubres un horizonte nuevo, que puede ser la India o la calle a la vuelta de la esquina.  No te han querido tan tuya, te han querido poseer suya. Falsos merecedores de tus victorias que no supieron secar tus lágrimas, aquellos que decían quererte en los buenos momentos y se escondían en sus sombras en los malos. Y tú, con la inocencia de una niña, jugabas al escondite esperando encontrar

NI CONTIGO NI SIN TI

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A veces tanto y a veces tan poco. A veces demasiado bien y a veces de mal en peor. Que ni contigo ni sin ti, que a ratos ya no me vale y los "para siempre" ya no los creo. Palabras bonitas regaladas al oído para meterse dentro de las bragas de alguna chica bonita en vez de desnudarla el alma. Cuerpos vacíos llenos de besos sin amor que intentan recordar todo aquello que juraron que olvidarían pero que la soledad de la noche les atormenta con ello. Maldecir entre dientes ese fatídico día. Tan hermoso. Tan inocente. Tan lleno de magia. Tan perfecto que parecía un sueño. Y lo fue. Despertarse y confundir el sudor con las lágrimas, los recuerdos con la realidad, los mensajes con la dignidad. Pero no. No. No volver a caer porque se hacen fuertes a la fuerza de tantas balas perdidas que sus cuerpos han soportado, todas esas balas que no les apuntaban pero decidieron ponerse en medio. Lamer las heridas los hace más fuertes, más humanos y, a la vez, tan fríos como cálidos. Y a

BUENOS AMIGOS

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Recuerdo que la cité en ese lugar, a las tantas de la madrugada, solo para fumarme un cigarro con ella, para pasar cinco minutos a su lado, para entender todo aquello que estoy seguro de que más de una vez me explicó mientras yo andaba detrás de otras faldas. Pero ahí estaba yo, fumándome el tercer cigarrillo en menos de media hora, ansioso por verla aparecer por esa esquina y deseando comérmela a a besos. -Hola - dijo alguien a mi espalda. Era ella. No pude evitar mirarla de arriba a abajo, con una sonrisa que mis amigos nunca hubiesen entendido, con el brillo en los ojos de un enamorado y con las manos temblorosas debido a las putas mariposas en el estómago. Era ella. Os aseguro que ponía mi mundo a sus pies con su presencia, que me entraban las dudas nada más verla y que el miedo se apoderaba de mí como el viento de la noche. -Hola - contesté sin poder decirla nada más. -¿Y bien? -¿Y bien? ¿Y bien qué, Elena? No sé que decirte. Podría empezar por un: "estás preciosa&q

CONOZCO TU SECRETO

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Papá, Conozco tu secreto. No todos los héroes llevan capa. Algunos, simplemente, hacen mejores tus días con una sola sonrisa. Los verdaderos héroes están tanto en lo bueno como en lo malo, sobre todo en lo malo. Y, aunque no pueden volar, si estás en peligro, en cero coma están a tu lado. Bien para ponerte una tirita en ese rasguño en la rodilla o secar tus lágrimas en los peores días. Ellos no llevan armadura pero te protegerían con su vida si fuese necesario. Guardan secretos, aventuras, te enseñan la parte bonita de la vida y te muestran el mundo a través de sus ojos. Te dan una parte de ellos, te guían para afrontar la vida y para que, el día que ellos no estén, tengas los suficientes consejos, las suficientes fuerzas y el suficiente valor para seguir adelante. Y no, estos héroes no son como los que salen en las películas. Son reales, de carne y hueso, como tú y como yo (aunque eso ya lo sabes). Sienten, padecen, pero tienen el poder de seguir adelante y protegerte c

ECLIPSE

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Y fue así como el Sol se enamoró de la Luna. Le encantaba todo de ella. Su tez blanca como la nieve, sus ganas de fiesta todas las noches, su timidez que se evaporaba cuando él estaba cerca y se sentía tan llena que se mostraba sin ningún tipo de maquillaje y esa manera tan especial que tenía de ocultarse bajo su hermoso cabello negro, lleno de diminutas horquillas plateadas que ella llamaba estrellas, y que parecía aún más lindo cuando el viento lo ondeaba. Lo tenía loco. Lo que él no sabía era que ella también estaba enamorada del Astro Rey. Lo observaba en cada eclipse, intentando grabar en su mente ese brillo en los ojos cuando sonreía, esas grandes bolas de fuego que expulsaba cuando reía a carcajadas , su cabello rubio y rizado y su maravillosa voz. Se acostaba todas las noches intentado reproducir en su mente los dulces sueños que él siempre la deseaba cuando el Sol amanecía y ella anochecía. Y aunque nunca pudieron estar juntos, ambos sabían que el otro era

NEW PORT

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Un día me enamoré de una desconocida. Entró al New Port, el bar donde trabajo, con sus pitillos desgastados y sus tacones blancos. Se sentó en una mesa al lado de un gran ventanal donde las calles lluviosas de Nueva York pasaban ante sus ojos. Llevaba el pelo suelo, alborotado por la lluvia y el viento, y los labios rojos como el fuego. Me quedé mirándola unos segundos, prendado de aquella pequeña belleza que se había cruzado en mi camino, hasta que sus enormes ojos grises encontraron los míos. Con un suave gente de su mano derecha, me pidió que me acercara. "Un café solo, con hielo, y tu número de teléfono, por favor."

LA CHICA DEL PAÑUELO NEGRO Y OJOS VERDES

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Cuando tenía cinco años, mi padre me dijo una vez que me enamorara de la chica del pañuelo negro y los ojos verdes. Yo asentí, con una gran sonrisa, sin entender nada mientras que él negaba con la cabeza al mismo tiempo que acariciaba mi pequeña espalda. Me aseguró que esa mujer me volvería loco, que miraría sus curvas como un león mira a su presa antes de cazarla, que intentaría grabar en mi mente su voz como grabo mi canción favorita de los Beattles en un casette y que su pelo al viento me parecería el más hermoso aunque ella me asegurase de que se veía horrible. Me confesó que él se enamoró de la chica del pañuelo negro y ojos verdes. Yo, en mi bendita inocencia, le aseguré que mamá no tenía ningún pañuelo negro, que ella era más de colores vivos, y que sus ojos eran azules. Él volvió a negar con la cabeza y siguió con su consejo. Dijo que esa mujer era lo más parecido a una diosa imperfecta, que pasaba del enfado a la risa en menos de una fracción de segundo, que lloraba

LA HISTORIA AL REVÉS

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Noche cerrada, noche de tormenta inminente. El viento soplaba con fuerza contra las ramas de los árboles de aquel tenebroso bosque. Sin embargo, ella no tenía miedo, pero el de él podía olerse a kilómetros de distancia. -¿Qué hace una chica tan linda como tú en un bosque como este? ¿No te ha dicho tu abuelita que un lobo muy feroz anda suelto? -No le tengo miedo, Sr.Wolf. -Deberías. -Quizás usted debería tener miedo de mí. -¿De ti? Por favor, Caperucita, no me hagas reír. -No he dicho ningún chiste. -¿Y qué podrías hacer tú con esas diminutas manos para que te temiese? - dijo burlándose de ella. -Algo que le resultaría deliciosamente mortal, enamorarle.

¿NOS BESAMOS?

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Ella cogió su sombrero negro y echó a correr en contra del viento, en contra de reglas que consideraba absurdas, huyendo de una cruda realidad que solo ella entendía. Lo que no esperaba aquella joven es que él la siguiese en esa carrera a un callejón sin salida. -¿Y ahora qué hacemos? - preguntó El Miedo, apoyando su frente en el flequillo rubio de la joven de los labios rojos. -¿Nos besamos?

AMORES IMPOSIBLES

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Cuando te vi por primera vez, supe que nuestro amor iba a ser de esos tan imposibles como el de Peter Pan y Ariel. Los dos tan soñadores, tú tan de océanos interminables y yo de aviones constantes. Pero no sé como lo hacíamos para coincidir siempre en los mismos puertos, tomando un café por la mañana, una cerveza por la tarde o copas que nos llevaban de nuevo a compartir cama cada noche. Y al alba, tú habías dejado un rastro salado y yo me obligaba a volar de nuevo. Tan tuyo que olvidé ser mío, tan mía que lo olvidaste en otros brazos. Creí que siempre seríamos brisa veraniega pero olvidé el viento huracanado, el invierno, olvidé darte calor en vez de distancia y olvidé olvidarte cuando ya te había perdido.

TU CANCIÓN FAVORITA

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Cogí tu canción favorita y la hice mía, me sorprendí cantándola por la calle y tarareándola en el trabajo. Me sentía ese soldadito marinero que había conocido una sirena. Tú eras esa sirena, que tenía los ojos verdes y un negocio, sí, pero en el corazón y no entre las piernas. E incluso, cuando intentaba dormir, con el suave viento de verano entrando por mi ventana, mi mente me atormentaba recordándote cantando esa canción, en aquel escenario, el día de mi cumpleaños. Recuerdo tu vestido rojo, tus labios carnosos y esa dulce melodía que me acompaña en la soledad de cada noche. ´ Podía haberla borrado de mi reproductor automático pero la fijé como despertador de cada mañana. Y, mientras me lavaba los dientes, bailaba un poco, frente al espejo, con los acordes de tu canción favorita.

CAMPAMENTO DE VERANO

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Querida Leila, Siempre voy a recordar este lugar donde te di nuestro primer beso, con el sonido de las olas rompiendo en el acantilado, con las estrellas como confidentes, con La Luna como fiel compañera de todos nuestros viajes. Nunca olvidaré el brillo en tus ojos, el moreno veraniego que destacaba en todo tu cuerpo, tus labios rojos y ese ligero rubor en tus mejillas. Siempre recordaré lo nervioso que estaba, como me temblaba todo el cuerpo cuando posaste tu mano en mi nuca y te pusiste de puntillas para que nuestras miradas se cruzasen. Grabé en mi mente ese dulce beso con sabor a mar, aroma a amor de verano, campamento interminable donde te conocí. Ojala nunca hubiese dejado que te subieras a aquel coche. Ojala te hubiera pedido tu dirección para mandarte esa carta. Pero te marchaste sin despedirte, tal y como acaba el verano y llega el otoño. Adiós, amor de verano, dulce y cruel, aquel que te da la vida y te la arrebata, aquel en el que confías y apuestas todo co

LETRAS DE PINTALABIOS

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Recuerdo historias de niños que volaban de la cama a La Luna, de sueños que nacían en lo alto de una montaña y que desaparecían en cascadas, de trenes que descarrilaban y cuentos que me explicaban lo caótico que llegaste a ser en mi vida. Recuerdo esa madrugada en el aeropuerto, con el pelo revuelto por el viento, con legañas en los ojos y el pijama puesto debajo del abrigo. Y ahí estabas tú, con tu maleta de los Rolling Stones, con tu camiseta favorita que dejaba ver las alas de tu tatuaje en el pecho y con tus gafas de sol a lo John Lennon que tan bien te caracterizaban. Y ahí estaba yo, en pijama y deportivas, con un cartel con tu nombre en letras de pintalabios rojo entre mis temblorosas manos y una sonrisa que intentaba esconder las ganas que tenía de comerte a besos. Y ahí estábamos los dos, con el miedo en las rodillas, con los sueños en los párpados y la piel de gallina. Te acercaste a mí y me alzaste en vuelo. Giramos durante unos minutos, como en un tiovivo