BUENOS AMIGOS


Recuerdo que la cité en ese lugar, a las tantas de la madrugada, solo para fumarme un cigarro con ella, para pasar cinco minutos a su lado, para entender todo aquello que estoy seguro de que más de una vez me explicó mientras yo andaba detrás de otras faldas. Pero ahí estaba yo, fumándome el tercer cigarrillo en menos de media hora, ansioso por verla aparecer por esa esquina y deseando comérmela a a besos.

-Hola - dijo alguien a mi espalda.

Era ella. No pude evitar mirarla de arriba a abajo, con una sonrisa que mis amigos nunca hubiesen entendido, con el brillo en los ojos de un enamorado y con las manos temblorosas debido a las putas mariposas en el estómago. Era ella. Os aseguro que ponía mi mundo a sus pies con su presencia, que me entraban las dudas nada más verla y que el miedo se apoderaba de mí como el viento de la noche.

-Hola - contesté sin poder decirla nada más.

-¿Y bien?

-¿Y bien? ¿Y bien qué, Elena? No sé que decirte. Podría empezar por un: "estás preciosa" pero sonaría demasiado típico y es solo la cuarta parte de lo que quiero decirte.

-¿Entonces?

-Entonces...no sé. Estoy borracho.

-Bien...pues me voy a casa, César.

-No. Estoy borracho, Elena, pero eso no significa que no vaya hablar. Si te he hecho venir hasta aquí es porque necesitaba verte. Eres mi droga.

-La droga acaba matando.

-¿Y acaso te crees que me importa, Elenita? No, no soy tan cobarde. Me da miedo lo que siento por ti, pero no puedo perderte y me da igual lo que la gente diga, piense o haga respecto a nosotros, pero me tienes enganchado. Quizás no sea un poeta que te regala versos al oído, puede que sea muy bruto diciendo las cosas y que lo más bonito que te haya dicho hasta ahora es que quiero hacerte mía como si no hubiese mañana. Pero, Elena, me conoces, sabes como soy. Me han hecho daño, tú me has hecho daño y aún así siempre he acudido a tus brazos en busca de calor como un niño acude a su madre cuando se cae de la bici. Sé que no puedo reprocharte nada, que siempre he sido yo quien te ha dicho que lo nuestro ha sido un error pero...

-Un error lo puedes cometer un vez. De los errores se aprenden, César. Si vuelves a hacer lo mismo no es un error, es decisión. Tú decidiste intentarlo de nuevo pero...pero ya era demasiado tarde para hablar de sentimientos. Me hiciste creer que yo era una de esas chicas con las que te acostabas cada noche, que yo no era especial, que no merecía tu cariño ni tu simpatía. Me lo creí. Y ahora me intentas dar pena cual cachorro en una perrera. Sé que me he equivocado contigo, que te he hecho daño, pero ya te pedí perdón por ello. Cuando volviste a mí, cuando me llamaste, por un momento recuperé la ilusión que tantas veces había depositado en ti y que tus palabras habían evaporado como por arte de magia. Tú también me has hecho daño, César, a tu manera, pero también lo has hecho. Pero no voy a echarte en cara nada porque hace mucho que te perdoné, que nos perdoné a los dos, pero eso no significa que sienta lo mismo por ti que lo que llegué a sentir un día.

-¿Me estás dejando?

-No, César. Siempre voy a estar contigo en las buenas y en las malas, siempre voy a descolgar el teléfono cuando me necesites, pero no de la misma manera que tú me estás pidiendo esta noche. No puedo ir en contra de mis principios.

-Pensaba que yo era uno de esos principios.

-La gente cambia y ahora mismo, en estos momentos de mi vida, tú no formas parte de esos principios.

-Sabes que algún día volverás a mí ¿Verdad? Cuando todo te vaya mal y nadie te entienda, sabes tan bien como yo que acudirás a mí en busca de consejo.

-Lo sé. Y en ese momento, espero que me trates como yo voy a tratarte, como buenos amigos.



Comentarios

Entradas populares de este blog

NO TENGO MIEDO

LA HISTORIA AL REVÉS

LAS MALETAS ESTÁN LLENAS DE "POR SI ACASO"